PASOS
>> sábado, diciembre 05, 2009
Lo que siempre hacemos es decir adiós... y al mirar hacia arriba le pareció ver unas nubes blancas (nuvole bianchi, pensó él, porque ese idioma le recordaba a alguien deliciosa) que dibujaban una mano abierta y sonrió con la sonrisa más triste que nadie vio jamás. El camino de vuelta a casa parecía ser muchísimo más largo que el de ida y fue contando cada uno de los pasos que daba, cada vez más lejos de lo que amaba, cada vez más cerca de lo que necesitaba. Y mientras avanzaba con la mirada puesta en la punta de sus zapatos su cabeza fue llenándose de pensamientos, frases como "cuando una puerta se cierra otras se abren", "no hay mal que por bien no venga", "nada es para siempre". Un sinfín de ideas y palabras que, por obvias y vacías, le parecían idiotas. No en vano él siempre había sido abanderado del "el amor todo lo puede" o "amar es darse sin esperar recibir", y ahora esas ideas también le parecían idiotas, o más bien ideas tan llenas de ingenuidad como un niño que espera despierto a los Reyes Magos.
Al llegar a la puerta de su casa volvió a mirar al cielo pero lo que antes eran nuvole bianchi ahora se habían tornado en nubes negras y amenazantes como los agujeros de los cañones. Estaba 1.156 pasos más cerca de lo que necesitaba, pero también 1.156 pasos más allá de quien amaba.